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barcos de lujo, George Town, Islas Cayman, paraísos fiscales, Santander
Paraíso fiscal: territorio sin actividad económica real caracterizado por aplicar un régimen tributario especialmente favorable a los ciudadanos y empresas no residentes, que se domicilien a efectos legales en el mismo. Estas ventajas consisten en una exención total o una reducción muy significativa en el pago de impuestos.
Hace unos días estaba paseando por el puerto de Ibiza contemplando los impresionantes barcos privados de recreo que había en el muelle principal. Este tipo de embarcaciones me producen una doble sensación: por una parte y como herencia de mi formación ingenieril, no puedo menos que admirar esos enormes cascarones flotando en el mar propulsados por los más impresionantes motores. Por otra parte, me inquieta pensar en la cantidad de dinero que una persona puede acumular para permitirse desembolsar cantidades que rondan los 40 ó 50 millones de Euros por un capricho como éste. Hay que ganar mucho dinero para poder permitírselo.
Pero lo que más me llamó la atención de este paseo fue cuando comprobé las banderas de procedencia de estos prodigiosos buques: principalmente Fiji, Gibraltar y sobre todo George Town, la capital de las conocidas Islas Cayman. Dicho de otro modo, el dinero para pagar estos despilfarros flotantes sale de los principales paraísos fiscales del mundo.
Estamos en un momento crítico a nivel planetarario y algunos privilegiados se permiten semejante ostentación de riqueza con el agravante de la bandera. Algo así como «que sepáis que lo he pagado con lo que defraudo«. Y todavía recuerdo aquellas palabras de «Hacienda somos todos«.
Mi opinión acerca de los paraísos fiscales es sencilla: no deberían existir, son un robo para todos los ciudadanos el mundo, especialmente para los más modestos.
Uno de mis profesores de economía me comentó en una ocasión que todos los bancos, las mayores corporaciones internacionales, los principales fondos de inversión y las grandes fortunas familiares tienen de una forma u otra una filial en paraísos fiscales, donde trasladan las operaciones más ventajosas de cada año, obteniendo así grandes beneficios a nivel fiscal. No se sabe con certeza la cantidad de dinero que mueven, pero algunos hablan de porcentajes de hasta el 20% de la riqueza mundial. Lo que está claro es que algunas entidades como el Santander, ganaron más con sus filiales en Cayman y Bahamas, que con las 1714 oficinas «legales» y los 8600 trabajadores de Banesto. Sin duda, es un negocio redondo.
Como ciudadanos del planeta no podemos permitir que siga existiendo esta farsa fiscal. Esta crisis debería ser el origen del fin de los paraísos fiscales, a través de fórmulas del tipo:
1.- Plantear una amnistía fiscal global para que todos aquellas empresas o particulares que tengan su dinero en este tipo de paraísos, regularizando su situación con su país de procedencia
2.- Ofrecer ayudas internacionales a los Estados-Paraíso para que comiencen a migrar su economía hacía otro tipo de fórmulas económicas productivas
3.- Tras un periodo de gracia razonable, abolir los paraísos fiscales de manera definitiva
4.- Finalmente y tras el periodo de gracia, perseguir de manera agresiva a los infractores, tanto a los Estados que no se acojan a la nueva situación como a las empresas que no se regularicen
¿Veremos los primeros signos pronto?
Más información: lista de paraísos fiscales en Wikipedia
Actualización: Leo en el blog de Paco López que «se ha estimado que el dinero en paraísos fiscales en el mundo asciende a unos 30.000 billones de dólares, el tamaño de las economías norteamericana y japonesa juntas«. Un dato que me escandaliza.