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En las últimas horas estamos asistiendo atónitos al periplo de Edward Snowden huyendo de la justicia americana por la filtración del programa de vigilancia masiva del Gobierno de Estados Unidos. En el momento de escribir este post, sigue desaparecido.

Pero más allá del Gran Hermano en el que se ha convertido el Gobierno Obama, me llama especialmente la atención como en los últimos años la relación entre el mundo de la tecnología de Silicon Valley y la administración americana se ha hecho muy íntima a la par que misteriosa e inquietante.

Un ejemplo evidente es que Max Kelly, responsable de la seguridad de los 1000 millones de usuarios de Facebook, se convirtiera en el fichaje estrella de la Agencia Nacional de Seguridad americana (NSA). Pero si continuamos leyendo este artículo de El País me sorprenden algunas otras revelaciones: «Para tener acceso a la última tecnología informática y poder manipular y aprovechar esos grandes volúmenes de datos, los servicios de inteligencia de Estados Unidos invierten en empresas emergentes en Silicon Valley, otorgan contratos secretos y contratan a expertos en tecnología«

Hace tiempo ya escuché decir a Alejandro Suarez, autor de «Desnudando a Google», que empresas como Google, Facebook, Apple o Amazon tienen todo lo que la NSA necesita: datos muy exactos, geolocalizaciones y tiempo real de cualquier persona que se conecte a Internet o tenga un smartphone. ¿Imaginas el dinero que puede ahorrar la NSA en medios propios al tener de su lado al Google de turno al que le puede hacer una petición del estilo «dime todo lo que sabes sobre fulanito«? Son los socios perfectos.

La pregunta ahora es: ¿qué obtienen las empresas de tecnología a cambio de estos favores?