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En Freakonomics, un bestseller de economía poco habitual escrito por Levitt y Dubner, cuentan una curiosa historia relacionada con el dictador rumano Nicolai Ceausescu. Nada más llegar al poder en 1966 ilegalizó el aborto. Su intención inicial era que con el incremento acelerado de la población, Rumanía creciese más rápidamente fortaleciendo su economía. En los años siguientes fue común que naciesen más niños de los deseados y su crecimiento y educación dejó mucho que desear.
A finales de los 80, había una fuerte presión dentro y fuera de Rumanía en contra de Ceausescu. Lo curioso es que los que encabezaban dichas revueltas eran jóvenes profundamente desencantados y sin futuro. Los más desesperados provenían de familias pobres o desestructuradas. En muchos casos, esos jóvenes eran fruto de las medidas antiabortistas dictadas por Ceausescu veinte años atrás. El incentivo que buscaba Ceausescu con la ilegalización del aborto fue un tiro que le salió por la culata.
He recordado esta historia leyendo este artículo de hace unos días titulado “Los cazachorizos”, un artículo duro contra la corrupción omnipresente que estamos sufriendo en España. El autor nos habla de los profesionales de la UDEF y la UCO, jóvenes y muy motivados por encontrar los fraudes de nuestros políticos chorizos. Estos jóvenes tienen una gran formación en economía, ingeniería o matemáticas. Son los jóvenes que se formaron para poder desarrollar una carrera profesional de largo plazo y se han encontrado con pocas salidas dignas más allá de la Policía o la Guardia Civil. Son jóvenes que representan a una generación perdida por culpa de unos políticos que han destrozado sus ilusiones a base de cuentas en suiza y tarjetas black.
Los jóvenes a los que habéis dejado sin futuro son los mismos que os van a oscurecer el vuestro. Como en el caso de Ceausescu, vuestras acciones pasadas van a recibir un curioso incentivo en el futuro.
Y somos muchos los que estamos deseando verlo.