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Proyecto-Castor

La sociedad española lleva meses en estado de shock según se van sucediendo los escándalos de corrupción política. Pero hay algo de lo que no se habla (o se habla menos): los innumerables ejemplos de despilfarro y mala gestión llevada a cabo por políticos de uno u otro color. En mi opinión, la mala gestión es un cáncer aún mayor que la corrupción. No digo que la corrupción no sea importante, pero en términos estrictamente económicos, considero que la mala gestión es muchísimo más dañina para las finanzas públicas. La corrupción entendida como “meter la mano en el saco y llenar el bolsillo propio o del partido” no deja de ser peccata minuta en comparación con algunos desastres monumentales en la gestión pública.

A nivel de infraestructuras, hemos conocido todo tipo de inversiones absurdas, desde autopistas sin coches hasta aeropuertos sin aviones, pero la madre de todos los despilfarros es la chapuza del Proyecto Castor, un oscuro capítulo donde confluyen intereses de todo tipo y que ha pasado por los titulares de prensa sospechosamente suavizado.

Por resumir y para quien no lo conozca, el Proyecto Castor consistía en la creación de una enorme depósito de gas submarino frente a las costas de Castellón y Tarragona que almacenaría suficiente gas como para abastecer todo el país durante 50 días. Almacenar semejante cantidad de gas nos hace menos dependientes del exterior y permite minimizar el impacto del variante precio del gas durante su importación. La idea era sin duda interesante y en el largo plazo supondría un gran ahorro. La concesión del proyecto la hizo el Gobierno de Zapatero a Escal UGS (sociedad perteneciente en un 66% a ACS), que se encargó de la obra a cambio de su posterior explotación durante 30 años.

Cuando Escal terminó las obras y se iniciaron las primeras puebas de inyección de gas, aparecieron sospechosos seísmos en las inmediaciones y tras unas investigaciones más o menos precipitadas, el Gobierno deja en suspenso la concesión. ACS denuncia al Estado y finalmente éste es condenado a pagar la friolera de 1350 millones de Euros en concepto de indemnización. Has leído bien, 1350 millones de Euros.

Ante esta cifra, los (presuntos) trapicheos de Urdangarín, Granados, Bárcenas los EREs o las tarjetas black son insignificantes. Según dicen en este otro artículo, los españoles estaremos pagando durante 30 años en nuestros recibos del gas «la cagada de proporciones bíblicas» cometida por un grupo de técnicos, funcionarios y políticos.

Si un empleado cometiera un error que llevara a su empresa a perder unas decenas de miles de euros, sería despedido de inmediato e incluso podría ser denunciado por mala gestión. Si un grupo de políticos y unos cuantos técnicos cometen una cagada que nos lleva a todos los españoles a hipotecar nuestro recibo del gas durante 30 años, no pasa nada. No hay culpables, no hay dimisiones, no hay inhabilitaciones. Como es habitual en este país, no pasa nada.

Está muy bien que se destapen las corruptelas y nos escandalicemos por los trajes, las comilonas y los puteríos, pero creo que son más escandalosos estos capítulos de despilfarro y mala gestión que entre tanto chorizo, están pasando desapercibidos. A mi personalmente, la historia del Proyecto Castor me ha dejado atónito.