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Imagina la situación: te pasas por uno de los cada vez más populares establecimientos de tatuaje y te encuentras que el artista que va a ejecutar tu sesión, no tiene ningún tatuaje. Puede ser que seas un habitual y te importe más bien poco la apariencia del tatuador, pero si es tu primera vez, seguro que te origina ciertas dudas.

Esto mismo nos ocurre a todos los que representamos productos o servicios cuando visitamos a nuestros clientes. Por ejemplo, no podría convencer de las bondades de la presencia online a mis clientes, si mi empresa no tiene o descuida su página web.

En otras palabras, «hay que predicar con el ejemplo«. Los vendedores debemos ser los primeros en hacer uso de nuestros propios productos, por dos importantes razones:

  • primero – si quiero convencer de que es bueno para mi cliente, es porque demuestro que también es bueno para mi
  • segundo – siendo usuario del producto, podré conocerlo mejor y aportar una experiencia más cercana sobre las ventajas que aporta.

Al menos yo, nunca confiaría en un tatuador sin tatuajes.