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Esta mañana me he encontrado esto en la puerta de una tienda (ver foto): una invitación explícita a que los clientes se animen a entrar. Me ha encantado y creo que en muchos casos se hace todo lo contrario: horarios reducidos (p.ej. en los bancos), direcciones confusas o alejadas de los circuitos habituales de nuestros clientes, etc. Otras veces el local ofrece un aspecto demasiado descuidado o todo lo contrario, extremadamente lujoso. Ambos extremos pueden hacer que el cliente no se atreva a entrar.
Y si conseguimos que entre, debemos hacer que se sienta cómodo. A veces me he encontrado dependientes que ni me han saludado (¿tanto cuesta un «buenas tardes«?) o que ni siquiera han levantado la vista de su ordenador. En algunas tiendas de moda, hay ocasiones en las que te miran con cara de «no eres lo suficientemente moderno para comprar en esta tienda«. Hace poco un amigo me recordaba que esto le hacía sentirse especialmente incómodo.
Todo es poco para conseguir atraer clientes y que se interesen por nuestros productos. Por eso, me parece genial la iniciativa de la tienda de la foto.