
Hace unos días tuve que visitar varias dependencias de la Administración Pública y de algún que otro organismo privado de gestión pública y como me suele pasar siempre que hago este tipo de gestiones, me llevé la misma impresión de ineficiencia que tengo desde hace un montón de tiempo.
En la carta a Mariano Rajoy que escribí hace unas semanas, hablaba de esa falta de eficiencia de la Administración Pública Española. Varios años después de que el DNI electrónico se haya implantado masivamente en España, cualquier gestión con la Administración sigue implicando rellenar formularios autocopiativos con un bolígrafo viejo enganchado con una cadenita, acompañados de muchas fotocopias.
Un vistazo en cualquier despacho nos da una idea aproximada del nivel tecnológico de nuestra administración: escritorios pensados para tener muchos papeles, ordenadores anticuados, impresoras matriciales, sellos de caucho, tarjeteros, archivadores y sobre todo papel, mucho mucho papel. La metodología de «rellene usted este impreso» está tan extendida que será muy difícil abolirla.
De vuelta a casa después de una de estas visitas, me pasé a tomar un café en una de las múltiples cafeterías de mi barrio: Chueca. Para el que no lo conozca, Chueca es uno de los barrios del centro de Madrid, conocido internacionalmente por su apertura y cercanía al colectivo homosexual pero también por ser uno de los centros de moda y ocio más modernos de la ciudad. A Chueca acuden los coolhunters para descifrar qué será lo próximo que veremos en los escaparates el año que viene.

Las nuevas cafeterías que se van abriendo por el barrio, no son ajenas a la pasión por la moda del entorno y siguen las últimas tendencias de decoración de interiores. Al menos en estos últimos años, sorprende encontrarse que lo antiguo y lo retro está de moda. Es lo conocido como «vintage», un término anglosajón que hace referencia a la recuperación de objetos que tienen una cierta edad.
Así que después de mi paso por un despacho lleno de reliquias de la electrónica de los 80, me encuentro tomando un café en una cafetería repleta de muebles y objetos de los 70. Que curiosa coincidencia.
Acabé la mañana volviendo a casa y pensando que la Administración Pública Española es vintage. ¡Qué cosas!
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