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Hace unos días leía este artículo sobre Wallapuff, un canal paralelo en el que varios fans de Wallapop recopilan los anuncios más extravagantes de la plataforma de compraventa. Me llamó especialmente la atención el de un chaval, deportista y aficionado a la vida sana, que vendía su propia orina para que pudiera ser utilizada en análisis en los que se exigía estar libre de consumo de drogas u otras sustancias ilegales.
De entrada podemos pensar que estamos ante un buen negocio, ya que tanto la materia prima como la plataforma comercializadora (los anuncios de Wallapop) son completamente gratis. Pocos negocios hay en los que puedas decir que tanto el producto como la comercialización son gratuitos. Si piensas por ejemplo, en una zapatería, tendrás un alto coste tanto en la adquisición de los zapatos al mayorista, como en todo lo relacionado con la venta (alquiler de la tienda, sueldos de los dependientes, etc). Es decir, que nuestro amigo deportista eligió un modelo que de entrada parece que tiene unas condiciones óptimas para convertirse en un buen negocio. Se vino arriba y publicó el anuncio. Hasta aquí son todo buenas noticias. Pero hay algunas otras condiciones que nos convierten este modelo en un negocio ruinoso.
Por una parte la escalabilidad: ¿cuántas personas hay necesitadas de pasar un análisis y que en los días previos se hayan excedido con sustancias dopantes o estupefacientes? Sinceramente, creo que muy pocas y si recurren a esta artimaña, lo harían a través de personas de confianza en su círculo más íntimo. Así que el mercado potencial es más bien escaso.
Pero aún suponiendo que la demanda pudiera ser alta, el volumen total de negocio será necesariamente bajo por la propia naturaleza del producto: un adulto genera un volumen de orina de 1,4 litros diarios en condiciones normales. Si consideramos que un bote de muestra tiene 200mL y que no hace falta llenarlo entero, nuestro vendedor de orina podría vender diariamente unas 15 o 20 muestras. A cambio de un precio de 1€, obtendría unos 20€ diarios. Si consiguiera llegar a tener una alta demanda (cosa que dudo) y vendiera toda “su producción” durante 1 mes, no le daría más que 600€ brutos. Si además lo quisiera formalizar y tuviera que pagar su cuota de autónomos (ejem…), el beneficio sería realmente escaso. Quizás pudiera proponer servicios extras como llevarte el producto a domicilio o que fuera recién hecho, por lo que podría cobrar extras, pero, no creo que los ingresos totales fueran mucho más allá.
Finalmente, hay que tener en cuenta el factor riesgo, ya que no conviene olvidar que el producto se destinaría al engaño, con las connotaciones legales que ello conlleva.
En definitiva, el autor de este anuncio pudo venirse arriba por la gratuidad de su producto y por la facilidad para su venta, pero sin duda, no pensó ni en la escalabilidad, ni en el potencial de beneficio, ni en el factor riesgo. Si te lo habías planteado, siento decirte que vender tu propia orina no es un buen negocio. Pero es un ejemplo la mar de divertido para contarlo en mis conferencias.