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El pasado miércoles dediqué mi colaboración mensual en Capital Radio a hablar del sharenting, el uso habitual de las redes sociales para compartir contenidos de nuestros propios hijos. Es un tema espinoso, como todo lo que tiene que ver con los niños y la libertad de sus padres para educarlos como quieran. Así que no se trataba de juzgar a nadie, sino de compartir algunas reflexiones, riesgos y consejos generales sobre el tema.

La expresión “Sharenting” proviene de la fusión de los términos anglosajones “Share” (compartir) y “Parenting” (partenidad), algo así como compartir la paternidad. El sharenting se ha convertido en una práctica muy habitual para algunos padres y madres, potenciada por la cada vez más habitual lejanía de los miembros de algunas familias que viven en otras provincias o incluso en el extranjero y, por supuesto, las pequeñas dosis de autoestima que nos generan los likes y los comentarios acerca de nuestros hijos.

Hasta la fecha, no ha existido otra generación de niños con una infancia tan pública ya que somos la primera generación que está experimentando de manera generalizada con las redes sociales. No sabemos qué va a pasar dentro de una década cuando esos niños sean adultos, pero es probable que muchos no estén de acuerdo con lo que hicieron sus padres.

Podríamos tomar como ejemplo esas fotos que todos los padres y madres conservan con orgullo en el salón durante décadas con el bautizo, la comunión o la graduación de sus hijos y en la que todos nos sentimos ridículos desde nuestra perspectiva adulta. Las redes sociales amplificarían enormemente ese efecto, ya que no solo verían las fotos de nuestra infancia los amigos de nuestros padres sino cualquiera que haga una búsqueda en la red social de turno.

¿A qué riesgos nos enfrentamos?

En primer lugar, y más importante, estamos generando una huella digital que viola la privacidad, o más bien la futura privacidad que corresponde a nuestros hijos. Puede que cuando sean adultos, no deseen que un buscador indexe fotografías suyas de su etapa infantil o preadolescente.

Por otra parte y sin pretenderlo, podemos estar favoreciendo el futuro bullying de nuestros hijos, ya que podemos estar compartiendo información que pueda alimentar las burlas o el acoso. 

También existen otros riesgos, menos probables, pero que no podemos pasar por alto, como el secuestro físico o de la identidad digital del niño, ser objeto de memes y burlas o ser reclamo para servicios ilegales (o al menos cuestionables)

Tres reflexiones antes de publicar fotos de nuestros hijos

Aunque en el fondo todo este tema se puede resumir en tener un poco de sentido común, está bien tener en cuenta estas tres reflexiones:

  1. Tu hijo no gana nada con la publicación de sus imágenes o vídeos.
  2. Recordar el dicho: “Nunca publiques en internet aquello que no quieras que pueda ser publicado en un periódico o que pueda surgir en una entrevista de trabajo o un juicio”.
  3. Todo lo que se publica en internet escapa de cualquier control, ya que aunque lo eliminásemos, siempre puede haber sido capturado, almacenado y reutilizado.

Consejos para publicar contenido de nuestros hijos en redes sociales

  • Configurar de forma correcta (y restrictiva) las opciones de privacidad de nuestras redes sociales. En el caso de publicación de fotos de menores, no utilizar cuentas públicas.
  • No es recomendable crear una cuenta propia de nuestro hijo con su nombre, sino utilizar la cuenta de un adulto que, como norma general, suele tener mejor configuradas las opciones de privacidad.
  • Cuando nos planteemos la publicación de una imagen, pensar cómo se sentiría la versión adulta de nuestros hijos si en el futuro vieran esa imagen.
  • Si nuestros hijos tienen suficiente edad, podemos consultarles su opinión. Si un contenido no les agrada, deberíamos replantearnos su publicación.
  • Nunca publicar imágenes en las que los niños estén desnudos, aunque sea parcialmente.
  • Nunca dar la localización de nuestro hijo, su colegio o sus costumbres.
  • Si enviamos imágenes a través de aplicaciones de mensajería instantánea (Whatsapp, Telegram, etc), especialmente en grupos, asegurarnos de que las personas que están al otro lado son de nuestra confianza.
  • Una vez que hemos decidido el nivel de privacidad con el que nos sentimos cómodos, dejar claro a nuestros familiares y amigos más cercanos que ese nivel de privacidad debe ser tenido en cuenta por ellos también en todo lo relativo a nuestros hijos.

Como siempre, el programa estará disponible durante unos días en este enlace. Mi intervención a partir del minuto 11.