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El pasado miércoles acudí a mi cita mensual en Capital Radio para hablar de la posibilidad de que una inteligencia artificial pueda escribir noticias o relatos, es decir, sobre el avance de los robots escritores.

Empezamos hablando del teorema del mono infinito: Si un mono pulsa teclas al azar sobre un teclado durante un periodo de tiempo infinito podrá escribir finalmente cualquier texto por complejo que sea, como el Hamlet de Shakespeare o el Quijote de Cervantes. Pero, ¿realmente el azar puede llegar a conseguir una obra de estas dimensiones? Aquí es dónde el factor tiempo infinito juega su papel. La realidad sobre esta teoría tuvo un experiencia de laboratorio en el año 2003, cuando científicos de la Universidad de Plymouth en Inglaterra dejaron un teclado en la jaula de seis macacos durante un mes. Los monos escribieron cinco páginas consistentes en una larga serie de la letra “S”. Finalmente atacaron el teclado con una piedra y orinaron sobre él.

Pero si en lugar de dejar la generación de contenido al azar, incorporamos los últimos desarrollos de algoritmos de inteligencia artificial y procesamiento de lenguaje natural, reducimos radicalmente el tiempo en el que un texto obtiene todo su sentido.

Es habitual oír que los robots solo pueden eliminar puestos de trabajo en los que se realizan tareas repetitivas de baja cualificación, pero el desarrollo actual de la IA ya permite, por ejemplo, la redacción y el uso del lenguaje humano para redactar noticias, el llamado periodismo automatizado o robot journalism.

La agencia EFE difunde desde 2019 noticias elaboradas por una IA llamada Gabriele, un producto de la startup española Narrativa, cuya tecnología permite “ofrecer contenidos automatizados generados en tiempo real con un alto nivel de precisión y calidad”.

No es un caso único en el ámbito de los medios. A nivel internacional, Reuters o Bloomberg, entre otros, ya producen más de un 30% de sus contenidos con herramientas de generación automática

¿Como funcionan los algoritmos de generación automática de noticias?

La IA parte de tablas de datos estructurados que proporciona un proveedor externo: estadísticas con resultados deportivos, datos, financieros, loterías, meteorología, balances económicos, etc

Para convertir datos puros en un modelo narrativo, la IA aprende con el libro de estilo del medio de comunicación, es decir, aprende cómo quiere que se escriban los artículos. Tras el aprendizaje inicial, la IA comienza a escribir como quiere el medio y sigue aprendiendo durante el proceso. Además puede generar múltiples variables sobre los mismos datos, ajustándose a diferentes estilos. El proceso de mejora es incremental: La IA sigue recibiendo datos y aprendiendo del feedback que se le aporta sobre el material ya generado.

¿Una IA puede escribir poesía?

Veamos algunos ejemplos:

De azul y frío esta mejilla tiñe: mar y cuchillo.
Este almanaque frío. Enemigo y vacío.
Texto en texto. Corazón creativo. Un jeroglífico.
La inteligencia, moderna tendencia.

Estos versos están extraídos del Twitter de Otto, un bot que escribe poemas en la cuenta @otto_poebot.

En 2017, se publicó «La luz solar se perdió en la ventana de cristal», un libro de poemas escritos íntegramente por una IA de Microsoft. La IA aprendió de 519 poetas de los últimos 90 años, y logró generar 10.000 poemas en 2.760 horas. El libro publica una selección con los 139 mejores.

Por su parte, Google tiene disponible al público el proyecto “verse by verse, definida como “una musa basada en IA que ayuda a componer poesía inspirada en los poetas americanos clásicos”. Su funcionamiento es muy sencillo (de momento solo disponible en inglés): elegimos un poeta que nos inspire, el tipo de poema, número de sílabas, tipo de rima y una primera frase para empezar. Google hará el resto.

El paso final: ¿una IA puede escribir una novela?

Hasta 1997 nadie pensaba que una máquina pudiera ganar una partida de ajedrez al campeón del mundo Garri Kasparov pero Deep Blue, el superordenador construido por IBM, lo consiguió.

La derrota de Kasparov fue la primera gran batalla perdida del ser humano frente a la máquina, pero se consideró una derrota menor ya que el punto fuerte de Deep Blue era la fuerza bruta en el cálculo matemático y el ajedrez es un juego en el que el cálculo de probabilidades es vital. Pero en la batalla del hombre contra la máquina siempre quedaban otros territorios en los que la derrota humana se consideraba mucho más difícil, como el de la creatividad y el lenguaje. ¿Qué pasa entonces cuando hablamos de creatividad y no de cálculo matemático?

En 2008, el programador Alexander Prokopovich publicaba la novela True love, que es considerada la primera obra escrita por una IA. Está basada en Anna Karenina.

También en estos últimos años ha habido casos de novelas creadas por una IA que incluso fueron presentadas a concursos literarios y, aunque no ganaron, su éxito consistió en que nadie se percató de que había sido escrita por una máquina.

El análisis de este tipo de textos por expertos dejó patente que aunque el nivel de perfeccionamiento es muy grande, la mayor dificultad que encuentran las IAs es crear desde cero, ya que las máquinas no son capaces de inventar sino que se basan en lo que ya está escrito para crear a partir de ello. Por eso Prokopovich utilizó Anna Karenina como base. También podemos concluir que aunque las obras suelen estar bien estructuradas, se quedan cortas en el desarrollo de los personajes y en la evolución de la trama. En definitiva, las IAs se quedan en un ejercicio mecánico de literatura que puede funcionar muy bien en la redacción de noticias o en poemas cortos, pero no en obras de ficción. Al menos de momento.

En España, el conocido hacker y CDO de Telefónica Chema Alonso, lanzó un experimento consistente en crear una IA que fuese capaz de copiar el estilo de un autor. Concretamente utilizó el estilo de Arturo Pérez-Reverte. Al invento lo bautizó como Proyecto Maquet, con un resultado que hasta el propio Reverte considero muy interesante y que genera preguntas como: ¿El estilo periodístico o creativo podrá ser patentado? ¿Podrá un escritor vivir de licenciar su estilo? ¿Tendremos que en el futuro obligar a identificar los textos generados por IAs como ya se hace con el contenido publicitado?

Acabamos el programa con una cita de Ramón López de Mántaras, Investigador en Inteligencia Artificial, que podría resumir todo lo expuesto: “El robot puede combinar elementos, siguiendo reglas y leyes, pero no puede ser original y romper con ellas”.

Como es habitual, el programa completo estará disponible durante unos días aquí. Mi intervención a partir del minuto 8.