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Hay algunas marcas que realmente lo tienen difícil para introducirse en ciertos mercados. Si Johann Jacob Schweppe, el alemán que desarrolló el método para carbonar el agua y que fundó Schweppes en 1783, hubiera pensado que su invento se extendería más allá de Alemania, seguro que hubiera cambiado el nombre a la empresa.

Hoy en día se estudia hasta sus últimas consecuencias el lanzamiento de una nueva marca y su naming para que sea atractiva, legible y fácilmente recordable por todos los mercados a los que va dirigida. Así se evitan errores graves (pero muy graciosos) como el Mitsubishi Pajero, el Nissan Moco o el Mazda Laputa.

Si hiciéramos hoy en día este ejercicio con Schweppes, seguro que apuntarían a cambiar el nombre. Podemos hacer un sencillo ejercicio: reúne a 5 amigos con un boli y un papel en blanco y diles que escriban «Schweppes«. Estoy seguro que salvo alguna honrosa excepción, nadie lo escribirá bien.

Toda esta reflexión me viene a la cabeza porque este fin de semana comí con una persona a la que tengo un gran aprecio y que perteneció al equipo que inició la comercialización de Schweppes en España. Me contaba que cuanto las tiendas vendían las primeras cajas, le llamaban para pedirle más «chepes«. Aún recuerdo alguna lista de la compra con «Sueps«. Y es que para el español medio, escribir correctamente «Schweppes» es todo un reto!. Prueba a intentar escribirlo cuando hayan pasado unas horas después de leer este post.