Etiquetas
El fin del trabajo, El ocaso del empleo, El País, iñaki gabilondo, Jeremy Rifkin, Jordi Serrano, Paro, Santiago García, trabajo
Iñaki Gabilondo publicaba hace unos días en su Videoblog de El País una entrada titulada «La pesadilla» en la que repasaba un tema peliagudo que ya he venido comentando por este blog: estamos asistiendo a un momento único en la historia reciente en el que el incipiente crecimiento económico no va acompañado de creación de empleo. Cuando este tema llega a un medio generalista como el blog de Iñaki, es que empieza a preocupar a mucha gente.
En esta entrada de hace un año repasé las principales ideas del libro «El fin del trabajo» de Jeremy Rifkin que apunta en la misma dirección y que aunque fue escrito en 1994 está desgraciadamente más de actualidad que nunca. Rifkin ya nos decía hace 20 años que no habrá trabajo para todos, que las nuevas tecnologías crearán nuevos nichos de trabajo pero sólo para unos pocos y que grandes colectivos de trabajadores se quedarán fuera del mercado laboral.
Rifkin adelantaba algo que Iñaki comenta en su vídeo: en un futuro cercano los trabajadores se dividirán entre la élite profesional (aquellos que puedan ofrecer su talento especializado) y una gran masa de trabajadores cuyo único potencial es su fuerza de trabajo y que están condenados a precariedad laboral. Además la vieja solución de la emigración ya no vale, porque el problema es planetario. Si estás en la frontera entre estos dos mundos profesionales, mi consejo es que seas consciente de la situación y que te formes. En este otro post se incluían algunos consejos extraídos del libro «El ocaso del empleo» de Jordi Serrano y Santi García, que quizás puedan ayudarte.
Estamos ante un grandísimo problema que se avecina y que parece no interesar «a los de arriba«. Necesitamos políticos y representantes laborales capaces de empezar a acometer este reto de una vez por todas porque nos jugamos el futuro de mucha gente. Pero mientras sigamos teniendo «a los de siempre«, los resultados no cambiarán. De nada vale un país con fantásticas cifras económicas si la mitad de su población está en un agujero negro.